El género de la ópera ofrece inmensas posibilidades  para vincular el pensamiento espacial a la música. La soprano Miryam Singer es también arquitecto y diseñadora de escenografía y vestuario, lo que facilitó inmensamente su abordaje multidisciplinar del arte de hacer ópera.
 

A partir de 2009, y con la realización de la ópera El Rapto en el Serallo de W. A. Mozart, empezó a integrar la producción de visuales como parte del relato que conforma la diégesiis escénica. Esa dimensión le permitió, en ese título,  ampliar a tres niveles los aspectos narrativo: el presente concreto, el presente deseado y el pasado del relato.
 

Más adelante, intervino  el espacio tridimensional de la escena, como fue en Carmen de Bizet (2019), o abordó el universo del pensamiento lúdico, como fue en La Flauta Mágica de Mozart (2014).

La obra más concluyente de esa exploración artística  es Historia de Boleros (2018), que construye un relato amoroso en base al género más latinoamericano de la historia de la música: el bolero.

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La realización de visuales tiene aspectos metodológicos que se muestran en esta sección por medio de una herramienta llamada storyboard.